La vida de una avispa

Me desperté temprano, sortee la discusión del perro por la defensa de su territorio, mi cama… y bajé a desayunar.
Yacía una avispa moribunda en el piso de la cocina… Miré por un instante a ver qué hacer, usualmente son abejas y las saco al patio a volar. Esta estaba moribunda. Revolcándose para todos lados.
La pise con toda mi fuerza.
Para que siga sufriendo mejor la mato. Me dije.
Para que siga sufriendo… mejor la mato… repetí mirando al cielo.
– ¿Entendés? – dije mirando la luz del techo de la cocina.
La Voz me dijo… – los animales no tienen ego.
¿Cómo? Y eso ¿qué quiere decir? Le estaba insinuando que estamos sufriendo y que ya … ¡basta! ¡terminemos con esto!
Pero me pareció que no me había entendido.
Y me aclaró…
– el dolor es natural, el sufrimiento es elección del ego.
-WTF????? – me enojé
– ¡Estas ahí para transformar! Deja de quejarte y do what you went to do – si, a veces me habla en otros idiomas a ver si entiendo.
Un ratito antes me debatía si hablar en la radio mañana sobre la verdad de la milanesa. Y me preguntaba… ¿para qué? si los de cerebro lavado no quieren escuchar y los que lo ven no pueden hacer nada.
Pero luego del acontecimiento entendí.
Estoy acá para transformar.
Hay varias formas de transformar. Pero una sola herramienta.
Transformarse a uno mismo y vibrar esa frecuencia en la eternidad.
No vine a quedarme callada.
Y hablar de lo que nadie habla o de lo que se esconde abajo de la alfombra o de lo que se niega es una forma de transformar.
Transformar lo oculto en visible a los cuatro vientos.
Despues cada uno hace lo que puede con lo que ve.
Pero primero tiene que poder verlo.
Algunos investigarán. Otros negarán.
Y te confieso que la nueva información es hasta negable por cualquier persona con dos dedos de frente (expresión argentina). Pero también es una posibilidad.
Así que… nos vemos mañana en la radio.
Y cada uno se transforma como quiere.
O como puede.
Buena semana… y que la avispa descanse en paz.
Nosotros, al parecer, tenemos labor en curso.

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