Intención y acción

Como habrán notado, son momentos de cambio y transformación profundos. Este es el mundo material y como tal el mundo de la acción. Cuentan los kabbalistas que la creación está dividida en cuatro mundos:

Los cuatro mundos son cuatro niveles sobre los está construida la creación (no voy a entrar aquí en un detalle completo de los mundos):

1.- El Plano Divino o Atziluth
2.- El Plano de la Creación o Briah
3.- El Plano de la Formación o Yetzirah
4.- El Plano de la Materia o de la acción o Asiah

Cada uno de esos mundos se relaciona con una realidad. Vivimos en el cuarto mundo, el mundo de la materia, el cual requiere acción para lograr manifestación. Con lo cual solo cuando hay acción existe manifestación. Sino, nos estaríamos quedando en alguno de los niveles superiores. Explico.

Supongamos un edificio. Comienza con una idea, luego la idea se baja a planos, luego se proyecta la construcción, se contrata a la gente, se comienza con la obra. Se inicia por los cimientos (esto es muy importante de tener en cuenta). Más profundos cuanto más alto el edificio. Se construye. Obra gruesa, obra fina. Se decora. Se habita. En ese orden se logra eficiencia.

El pensamiento es anterior a la intención.
Si lo ves desde el pensamiento pareciera ser que la intención produce algún tipo de movimiento. Cierto, sólo si lo miras desde el pensamiento. Podemos tener muchos pensamientos sin necesidad de que alguno de ellos se convierta en intención, es decir, se empiece a mover.
Sin pensamiento, no hay manifestación.
Pero el hecho de que exista el pensamiento no genera manifestación si no hay intención.
La intención es anterior a la acción.
La intención es el primer movimiento. No produce manifestación hasta que no se produce el segundo movimiento, la acción.
Sin intención, no hay acción y sin acción, claramente, no hay manifestación en el cuarto mundo.
Es la acción la que crea manifestación en este mundo.

Muchas veces usamos la palabra intención como excusa o justificación de alguna acción que produce un resultado no buscado:
\\\»no fue mi intención\\\»

Una vez que la acción ha sido manifestada, lo único importante es la acción. Porque es el resultado, el efecto, la materialización del proceso anterior.
Hay lugares de los que no se vuelve, decimos también.
Supongamos que matamos a alguien (sin querer, sin intención). Poco importa que se haga el mejor ejercicio de explicación de que no fue lo que intentamos hacer. No hay a quien explicarle.

Otras veces usamos la palabra intención como excusa o justificación de alguna in-acción:
\\\»fue mi intención, pero…\\\»

Dejame contarte un secreto. Cada vez que usas la palabra PERO estás invalidando todo lo anterior.
¡Si!… así de poderoso es el lenguaje.
Y no es para nada inocente.
Yo misma lo uso muchas veces sin darme cuenta, cuando quiero restarle fuerza a todo lo que digo antes, o cuando quiero mover a la duda… o vaya uno a saber en qué otras circunstancias.

Dicen por ahí que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones.

Hay veces que usamos la palabra intento como explicación:
\\\»lo intento…\\\»

Y hay otra veces, que usamos el gerundio.
\\\»lo estoy intentando…\\\»

Me gustaría que me expliques como llegas a la acción desde la palabra intento…
¡No hay forma!
Podría ponerte miles de ejemplos de casos en los que escuche la palabra intento conjugada de varias maneras posibles y con diferentes objetivos. Pero, imagino que tendrás los tuyos. (¿viste? lo hice otra vez. Usé el pero para anular la acción anterior). Sin embargo, voy a mostrarte alguna idea. Fijate…

Intentá tomar un vaso…
Intentá salir corriendo…
¡Dale! Intentalo…

El intento no pertenece al mundo de la acción con lo cual nunca nunca nunca produce manifestación en esta realidad.
Lo único que produce manifestación es la acción.

Se avecinan tiempos trascendentes.
Podes intentar hacer lo mejor que hay en vos para hacer.
O podés HACERLO.
Vos elegís.

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