Escuchaba a los niños jugar mientras conducía de un lado al otro.
Jugaban con el celular en un juego de aventuras al estilo SuperMario…
Había que sortear unos obstáculos e iban ganando puntos o perdiendo vidas. Si ganabas subías de nivel.
Jugaba mi sobrina (9 años) con el hijo del vecino (10 años).
En realidad jugaba ella y él intentaba convencerla de todas maneras para que le permita jugar.
Ella ganaba, perdía, subía de nivel, perdía vidas… y bajo ningún punto de vista estaba dispuesta a entregarle el juego al otro, por mas que su discurso era realmente muy insistente. Quiero decirte que el sagitariano tiene una comunicación muy perseverante y escuché ideas descabelladas de lo que le entregaría si le dejaba jugar por ella.
Hasta llegó a decirle, gano vida y niveles para vos y te dejo el juego en un nivel mas alto…
¡No! No había forma.
Mientras conducía en el tránsito pensaba.
El juego era sumamente motivador y desafiante. Ganar, perder, evolucionar, adelantar, caer, vencerse a uno mismo, desafiarse, medirse, ganarse a sí mismo. ¿Por qué habría de entregarle ese poder al otro niño? No, lo desafiante es hacerlo por uno mismo. Ese es el verdadero logro. El poder de tu propio logro. La lucha con vos mismo. Lo hiciste con toda tu dedicación y te mereces todo el resultado de tu propio esfuerzo.
Cualquier niño lo sabe y no se deja convencer tan fácilmente de otra cosa. Por nadie. Con ningún artilugio.
Es su propio poder. Es su logro. Y quiere conservarlo así hasta el final, aún cuando otro le ofrezca ganar por él.
Llegamos a destino, los niños se bajaron, el otro niño consiguió otro aparato y todos contentos.
Sin embargo yo me quedé con la reflexión.
¿Cuándo fue que perdimos ese valor sobre nuestro propio poder?
¿Cómo fue que sucedió?
Ah, si… el sistema…
El necesito un maestro que me eduque porque solo no valgo.
El necesito un sacerdote (o su equivalente) que me religo porque solo no llego.
El necesito un político que me organice porque no tengo la fuerza.
El necesito X Y Z para poder conseguir el dinero que me sirve para poder vivir y ganarme la vida. Porque la vida hay que ganársela con el trabajo y el sudor de la frente.
Los niños son mucho mas sencillos.
Saben que solo son ellos mismos los que tienen el poder de evolucionar hasta donde quieran.
Y luchan con todas sus fuerzas para conservar ese poder.
Aún cuando cualquier encantador de serpientes intente convencerlo de lo contrario.
Propongo volver a ser como niños…