Me llamaron Claudia cuando nací por puro azar… si es que el azar existe en esta vida.
Mi madre tenía idea de llamarme Marcela. Pero la partera le dijo: es mas lindo el nombre Claudia… y así me llamaron.
Mi padre era marino en esa época y no tuvo ni voz ni voto… Pero esa es otra historia.
Y así fue que llegué a esta dimensión… con ese nombre: Claudia.
Los nombres no son una casualidad.
Hay energía en ellos, hay significado, hay vida.
Pero nunca nadie me llamó Claudia.
Mi madre me puso un segundo nombre: Alejandra. Ella siempre me llamó con ese nombre. Al igual que siempre los llamé a mi madre y mi padre por sus nombres propios.
En la escuela me decían gonzalez, en la facultad siempre me llamaron por el apellido también. A veces, algún improvisado o improvisada se animaba a llamarme Claudia… Pero no era lo habitual.
Ninguna de mis parejas me llamó por mi nombre nunca.
Algo raro hay en eso…¿no?
El único que me llamaba por ni nombre era el noruego… y como su pronunciación en español era patética, nunca me llamó con la verdadera energía del nombre. La verdad es que nunca me molestó… Pero no entendía que había en esa energía que la hacía tan impronunciable.
Un día… a mis 42 años, un novio que tuve me empezó a llamar Clau… y de ahí en adelante, como por arte de magia, todo el mundo comenzó a llamarme Clau.
Hoy me llaman Clau todos… no se por qué … como nunca supe por qué no usaban mi nombre completo.
Hasta que aparecieron las catalanas en mi vida…
¿Sabés que quiere decir Clau en catalán?
Llave.
El 42 es una fuerza muy potento.
6 x 7 = 42.
6 + 7 = 13 el día en que nací.
Hay muchas más información en nuestro alrededor que la que podemos comprender desde la matrix.
No quiero con esto hablarte de mi historia.
Intento darte una herramienta para investigar tu propia historia.
El nombre es una vibración, como lo son los números.