La esclavitud se nos ha convertido en la adicción de estos tiempos. ¿La esclavitud? ¿Adictos a la esclavitud? Parece una idea descabellada ¿no? Y si… hace falta ir mas allá de los modelos mentales preestablecidos para lograr ser nuestra mejor versión. Sino, seguiremos siendo lo que alguien más espera o necesita que seamos: los familiares, los amigos, la pareja, los maestros, los políticos, la sociedad, los religiosos, etc. etc. etc.
Pero, esclavos ¿de qué?
Esclavos de las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos.
Obtener ese puesto de trabajo o ese trabajo…
¿Para qué?
Para lograr más dinero y luego poder comprar más cosas.
Para mudarme a una casa mejor.
Para pagar el estudio de nuestros hijos.
Para tener reconocimiento de alguien más.
Para X o para Y… no importa la letra, es la misma esclavitud.
Conseguir esa pareja…
¿Para qué?
Bue… en esta parte no tengo muchas ideas porque todavía no logro entender para qué alguien habría de querer conseguir una pareja de la cual al poco tiempo querrá huir…
Usa tu imaginación… en este punto no puedo aclarar mas que oscurecer el concepto.
Lograr ese título universitario…
¿Para qué?
Para luego trabajar para obtener ese puesto de trabajo… y bla bla bla.
Comprar esa casa, ese auto, ese equipo tecnológico…
¿Para qué?
Para depender de ese electrodoméstico o bien mueble o inmueble que define mi felicidad.
La esclavitud es como el ego… muy silenciosa.
Cuando nos damos cuenta que está ahí, si es que alguna vez nos damos cuenta, resulta que se ha transformado en una adicción de la cual ya es casi imposible escapar.
¿Que no?
Mirá… buscate en esta lista…
Adictos a sustancias y a medicamentos, pero también adictos al éxito, o al fracaso. Al dolor y al placer. Adictos a la aprobación de los otros. A las cirugías que “evitan” el paso del tiempo, al botox, al gimnasio, al cuerpo. Adictos a la limpieza. Al fútbol. A la comida, el alcohol, las personas, los bienes, el tabaco, el juego. Adictos a las compras, al shopping, a la tarjeta de crédito, a las marcas y lo fashion. A la tecnología ahuyentadora de realidad. Adictos al poder, al ego. Adictos a la respuesta inmediata. A Internet. Adictos a la miseria y el sufrimiento humano. Adictos a la militancia política o al trabajo. Adictos a terapia, una secta, una religión. Al conocimiento. Adictos a la mentira, o la verdad. Adictos a los dogmas, las rutinas y los rituales cotidianos. Adictos a tomar seguros que te protejan de casi cualquier cosa (ok, para esto tenés que ser Argentino y estar asustado de todo lo que está pasando) A los chismes. ¿Al chocolate? ¿Al sexo? ¿A la violencia? Adictos al riesgo y la adrenalina. Adictos al bronceado…
Por supuesto, para lograr sostener esa adicción tendrás que convertirte en esclavo de tu trabajo también… O jugador compulsivo o ladrón… o cualquier otro medio, legal o no, con el cual obtener los fondos para pagar tu adicción.
Y habrás perdido para siempre la oportunidad de ser quien DE VERDAD has venido a ser.
Porque vas corriendo detrás de tus expectativas de llegar a ser.
Hay una historia diferente.
Requiere discernimiento y conciencia
Voluntad, coraje y perseverancia
para salir de la zona de comodidad.
¡Estás listo!
Date la oportunidad de ser quien has venido a ser.
Le guste a quien le guste y le moleste a quien le moleste.